No beber mientras se come y tomar agua sólo cuando se tiene sed son algunas de las ideas erróneas que tiene un alto porcentaje de la ciudadanía. Así lo indica un estudio que incluyó 1014 entrevistas realizadas a lo largo del país.
( Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller)-. El agua es fundamental para la vida. Sin embargo, gran parte de la población argentina está equivocada respecto de cuál es su consumo adecuado, indica un estudio publicado en la revista Insuficiencia Cardíaca.
Los investigadores realizaron 1014 entrevistas directas a hombres y mujeres de toda Argentina para determinar las creencias sobre consumo de líquidos. El 62% de los entrevistados estuvo de acuerdo con la creencia de que “para cuidar que los chicos no engorden, hay que fijarse más en la comida que en la bebida”. “Muchos padres se preocupan de las calorías aportadas por los alimentos pero desestiman el papel que tienen las gaseosas, que contienen altas concentraciones de azúcar, como causantes de obesidad”, explicó a la Agencia CyTA, uno de los autores principales del estudio, el doctor Ricardo Iglesias, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y miembro del Colegio de Cardiología de Estados Unidos.
El 31% de los encuestados estuvo de acuerdo con que “hay que tomar agua sólo cuando se tiene sed”. “Esta creencia no se basa en ninguna evidencia científica”, dijo Iglesias y aclaró que no cuando aparece la sed, ya existe deshidratación. “Cuando las pérdidas de líquidos corresponden a una disminución del 3% del peso corporal o más, ya existe deshidratación”, afirmó.
En cuanto a las recomendaciones de líquidos, cada país tiene sus recomendaciones. Según las Guías Alimentarias para la Población Argentina, la recomendación es de 2 litros de agua por día para los hombres y 1,6 litros/día para las mujeres.
Por otra parte, un tercio de los encuestados consideró que “cualquier bebida hidrata por igual, que no es necesario tomar agua.” “Esto es falso porque la cantidad y la calidad de los líquidos ingeridos generan un impacto en el estado nutricional. El perfil de ingesta de líquidos de la población argentina demostró que el 50% de los líquidos ingeridos correspondía a bebidas e infusiones azucaradas, mientras que los hidratos de carbono simples representaron el 9-15% del valor calórico diario, superando en la mayoría de los casos la recomendación de la Organización Mundial de la Salud”, explicó el especialista.
El 27% estuvo de acuerdo con que “tomar agua durante las comidas dificulta la digestión”. Pero eso no es cierto: “beber agua entre las comidas no dificulta los procesos digestivos; su evacuación gástrica es rápida y tampoco posee ninguna interacción que dificulte la absorción de un macro o micronutriente”, señaló Iglesias.
El 80% de la población entrevistada cree también que “para cuidar el corazón, hay que tomar agua baja en sodio”. “Realmente, esta creencia no se enmarca en ninguna evidencia científica. La OMS indica que el agua no contribuye significativamente en la ingesta total diaria de sodio. Incluso asevera, que no hay conclusiones firmes sobre la posible asociación entre el sodio en el agua y la hipertensión arterial”, afirmó el cardiólogo.
“La falta de información o creencias erróneas sobre hábitos de consumo provocan serios daños en la salud. Es imprescindible que la sociedad esté educada al respecto. Las campañas públicas para adultos y niños, la educación en las escuelas y otras iniciativas pueden lograr ese objetivo”, puntualizó Iglesias. Y concluyó que los hábitos se construyen en los primeros años de vida. “En este sentido, cuando los niños se acostumbran a beber agua en vez de bebidas azucaradas, logran incorporarlo como hábito desde la infancia.”
El estudio también fue conducido por el doctor Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI); Luciano Spena, director de la Licenciatura en Nutrición de la Universidad de Morón y miembro de Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Nutricionistas; y César Casávola, médico especialista en Nutrición y Especialista en Cardiología y presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).