Hola Nicole, sé que alguien que te quiere como una hermana está llevando a tu Chile un mate especialmente elegido para obsequiártelo.
Y esa hermana tuya me preguntó ¿es cierto que los mates de madera deben tener un tratamiento especial? Sí, debe ser curado, le dije. ¿Y cómo se hace para curar el mate?
Bien, dejame decirte que llamamos “curar el mate” a la acción de quitarle gustos o resinas al mate de madera o calabaza con que haremos nuestra ronda.
“Curar el mate” es sencillo. Consiste básicamente en agregar yerba mate al mate y luego agregar agua y dejar reposar. La yerba mate se irá humectando y crecerá en volumen.
Es aconsejable que la yerba mate humectada cubra totalmente el mate, hasta el borde, para evitar que el aire oxide y afee la textura, manchandola. Es bueno que el recipiente siempre esté húmedo, pero nunca inundado de agua.
Cada 24 horas se renovará la yerba mate, durante dos o tres días. Aunque ello depende mucho del tipo de madera que estemos “curando”. Y así iremos quitando la resina y pasándole las cualidades de la yerba mate para beber de ese vaso solo el sabor del mate.
Tu sabes Nicole, que hay maderas más duras que otras y que esa textura está también caracterizada por resinas y esencias que las hacen más aromáticas a unas que otras.
Esas resinas -generalmente tóxicas- son las que tratamos de desplazar, extraer o evaporar a través de esta cura y una vez logrado, se transforman en recipientes atractivos por el gusto que logra la cebadura de mate. Además de por la forma y diseño de la pieza misma.
En toda la amplia región donde se expandió originalmente (porque cada vez gana más lugar en el mundo) la ceremonia ritual del mate -Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay-, el recipiente adquiere las mil formas de la cultura local.
Tradicionalmente los mates de maderas blandas, como las calabazas, han sido el tipo más generalizado de mates que hubo hasta hace poco en la cuenca del Plata.
Y estos mates de calabaza también pasan por un proceso de curado que consiste básicamente en quitarle el hollejo -el cuerpo blando del interior-.
Y quienes tienen la suerte de poder cultivar la planta enredadera de lagenaia -que da las calabazas- puede también darle la forma que desee mientras el fruto está creciendo.
Y así surgen esos mates de amplia boca que los materos aprecian muy especialmente y en los cuales su arte de cebar se despliega durante horas conservando el gusto y saber del sabroso mate.
Esto es apenas una introducción a los mates de madera, pero sabrás que hay decenas de otros materiales para obtener un buen mate, desde los de hueso o astas, a los metales, pasando por el vidrio, la cerámica y hasta la piedra misma.
Una mayoría de estos tienen en común la cualidad de que no requieren ser curados como los de madera o hueso.
Por último Nicole, “curar el mate” es una práctica que algunos comparan a la de quienes “curan” sus pipas de madera antes de usarlas por primera vez.
Algunos hacen esa cura con una delectación que incluye tabacos aromáticos, bebidas igualmente aromadas. Así cuando fuman sus pipas, el aroma inunda el ambiente y ellos lo paladean en sus bocas.
Ah, Nicole ¿sabes que mate significa vaso en lengua quechua? y ello es toda una curiosidad porque no fueron los quechuas quienea engendraron la práctica de matear, sino los guaraníes.
Como habitantes de la selva paranaense, donde crece la planta de yerba mate o Ilex paraguariensis, los guaraníes supieron vivir en sabia armonía con la inmensa foresta y entre sus miles de plantas descubrieron las virtudes del Ilex paraguariensis (pero esa será motivo de otra nota).
Para complementar algunas reflexiones sobre las buenas prácticas en el arte de cebar, hay estas otras páginas que pueden ampliar esta ronda. Queda en ti arriesgarte a mirarlas.