Vigilia en Punta Norte

La ronda de Viviana y Pedro para sobrellevar el día más ventoso de 2008 en Península de Valdés

Viviana y Pedro, el 19 de marzo en Punta Norte, Península de Valdes

El martes 19 de marzo fue acaso el día más ventoso de ese 2008 en que fuimos a Península de Valdes. La fina arena que durante millones de años rodó por esas laderas se metía porfiadamente en cuanto meandro de la piel, los bolsillos y obviamente los ojos.

Viviana, mate en mano y mirada alerta por si aparece la remida orca

Pero eso no impedía que el reino natural siguiera sus rutinas de vida y ocaso.
En el parte del día para los guarda faunas de Península de Valdés el parte decía: 18 horas, posible avistaje de orcas en Punta Norte. Y allí estaban ellos -Pedro y Viviana- que miraban el mar protegidos del fortísimo viento en un recodo de esa costa antediluviana.
Ella le entregaba a intervalos de sed un mate.

Viviana no tuvo dudas en dejarse fotografiar para El Mate, Obviamente pregunto que es El Mate y apenas le dijimos las anécdotas comenzaron a surgir.
Pedro y Viviana, Ella entrerriana,
El de Buenos Aires. Cuando Pedro llego a la familia de Viviana debieron enseñarle esos pasos simples de que esta hecho el ritual, como decir gracias solo al devolver el ultimo mate que se desea tomar. Con el mate pasearon por el mundo.
En Miami nos miraban con asombro por esta costumbre nuestra de compartir el mate y sorber de la misma bombilla, que muchos juzgan antihigiénica.

En Italia -evoco Pedro- estábamos sentados en piazza ¿?cuando por el canal pasó un superyate y el que lo conducía nos grito: ¿argentinos o uruguayos? Cuando le respondimos nos dijo que era el yate de un magnate y que nos invitaba a Nápoles al día siguiente. Pero ya teníamos los pasajes de avión para Buenos Aires para ese día precisamente.
En la brevedad del encuentro en esos acantilados, mientras la generosidad de ambos no dudó un instante en ofrendarse, la hora marcaba el momento señalado en el parte de los guardafaunas: las 18, con posible avistaje de orcas. Y suele ocurrir. Y a quien le acontece puede considerar ganado el día, aunque acaso no sea otro tanto para la pequeña foca o el mismísimo elefante marino que con sus cuatro metros de longitud, debe librar un combate sumamente desigual con las orcas.