Desde lejos, en Europa, visitando amigos y en plena iniciación matera, Carlos Mazalán nos envía una semblanza de su ceremonia.
Mi mate no sera el mejor del mundo, pero es mio.
No me refiero al recipiente, sino a mi ceremonia.
Simple, breve pero cuidada.
Saco de mi yerbera esas hojas magicas, pongo 3 cucharadas en el matecito de madera que hace unos años me acompaña, lo doy vuelta, lo sacudo un poquito (que bajen los palitos) y un chorrito de agua fria le humedece uno de los lados.
Va la bombilla y despues vamos al termo.
La verdad que hace años no caliento la pava. Siempre se me hervía el agua. Lo que hago ahora es poner agua caliente con un poquitin de agua frìa del dispenser.
Luego, desde que me contagio mi amiga Marcela, le pongo unas gotas de limòn (y bueno, sobre gustos no hay nada escrito) y ahora que tengo una planta de cedròn tambièn le mando una hojita fresca.
Como ven, hemos potenciado un poco el tradicional mate. El mismo que me acompaño aquellas jornadas inolvidables con
Epifanio en San Francisco, o frente a “Las puertas del Infierno” de Rodain en la mismisima Universidad de Stanford. De cualquier modo, nada es comparable al mate tomado con unas “Criollitas” en el Central Park de Nueva York, obviamente con Epi disfrutando el paseo en un MATEO
Carlos Mazalán* es especialista en comunicaciones y temas relacionados con las tecnologías de la información. Es presidente de Mazalan Comunicaciones, consultora de prensa y relaciones públicas que opera en latinoamérica.